domingo, 7 de octubre de 2012 | By: Roque

De un ave... a un Amador


Las tardes del D.F. se caracterizan por el gran movimiento que tienen, los niños salen de la escuela, algunos turnos laborales terminan o bien muchos empleados buscan disfrutar su horario de comida en la calle, tratando de liberarse por unos minutos de su jornada laboral, depende de la época del año en que puede que sean calurosas, nubladas o bien frías, pero en cualquier temporada siempre habrá un bullicio, que bien ya se ha hecho tradicional, aquel que armoniza con el ruido del tráfico y de la gente viene y va a través del transporte.

Un día de Mayo no sería la excepción, el dinamismo y la rutina se apoderaban del ambiente de esta ciudad, que como bien hemos descrito, es una armonía tradicional en la cual están inmersos cada uno de los habitantes de esta gran urbe, sin embargo, en el departamento de mi abuela se preparaba una comida sencilla, el gran ventanal que daba hacia la avenida se encontraba abierto, siendo una barrera frágil de la intimidad del hogar con el mundo, en el balcón se encontraban las macetas de pequeñas plantas que en la mañana son regadas por ella, para que el ambiente en el departamento se contagie de ciudad, el ventanal se deja abierto.

Tradicionalmente se dejaba así para que entre el aire y el ambiente se mantuviera fresco, pero en ese día en particular, llegaría una sorpresa que cambiaría al día y demostraría que no todo será igual con el paso de los años, a lo lejos se divisaba a un gran pájaro con un bello plumaje negro, que bien sabía que tenía una cita muy importante, su figura se iba haciendo más clara e iba tomando un mayor volumen al acercarse al pequeño departamento, él entró flamante a posarse en la única mesa que había en lo que correspondería a la sala comedor, mi abuela se encontraba dando el sazón a la comida del día, cuando extrañada por el sonido de las alas, supo que no se encontraba sola  y se sorprendió con el singular canto del ave.

Una extraña sensación apareció en su cuerpo, que acto seguido se volvería en un nerviosismo que era fácilmente identificable al momento en que ella percibía la forma acelerada en que su corazón latía, por unos instantes pretendió continuar con sus labores, esperando que la visita inesperada simplemente saliera a través de donde había llegado, pero sabía que él esperaría con la gran paciencia que siempre lo había caracterizado,ella comprendió que debía de encarar la situación y rápidamente apagó la lumbre, así como una adolescente, vio su reflejo en las ventanas de la alacena donde cuido que su maquillaje estuviera en perfecto estado, así como su peinado, se quitó el mandil y alisó su vestido.

Cuando entró al comedor, la emoción seguía a su máxima expresión pero permitía dar pasos y realizar un acercamiento, el pájaro siguió con su canto, el cual mostraba una peculiar melodía, que bien a los oídos de ella, parecía haber roto las fronteras del pasado, simplemente se transformaba en la recreación de los mejores días de su juventud, cuando no había nada más importante que escuchar a quién sería mi abuelo, ella escuchaba atenta, mientras su corazón se desbordaba en recuerdos y un sin fin de ilusiones, al momento en que se acercó más al ave, ésta no se inquieto ni cambió su posición, en cambio permaneció más segura como quién se sabe dueño de la situación.

La tez blanca de mi abuela es la herencia que tiene de sus orígenes vascos, el plumaje negro de mi abuelo es la transformación que dejó al encontrarse a su destino que fue una muerte súbita, ya que su piel morena se transformaba en su orgullo y ella sabía que al decirle cariñosamente "Mi negro" hacían que su pasión superara los límites de lo ordinario,la mirada de ella a través de sus ojos castaños se recreaba y hacía que el tiempo trajera imágenes de cuando lo conoció, de la admiración que le tenía por haber viajado en tren por todo México, de cómo siendo una niña se hizo madre y como sigue viviendo en aquel lugar que buscó él para ella y sus hijos.

El encuentro hacía que la tarde modulara su bullicio, el pájaro al fin podía llegar a su momento esperado, así como en el pasado en el que él cantaba a capella en las bodas y las mujeres se impresionaban por la potencia de su voz, ahora al fin absuelto de toda culpa que pudiera haber existido en el pasado, ahora ahí estaba dando un concierto solo para ella, sabiéndose única y afortunada, dejando en el olvido el hecho de perdonar al conquistador y ausente que fue él, con esta particular visita, ella confirmó donde estaba su verdadero amor y al momento en que a través de su boca salieron las palabras llenas de ternura y cariño"Ay mi negro", el ave finalizó su canto, regresando a la inmensidad del cielo, mientras ella lo veía partir con los ojos llenos de lágrimas.