viernes, 25 de octubre de 2013 | By: Roque

Calma, al fin bienvenida...

Una profunda calma se apodera de la tarde, a pesar del sonido que emite el televisor por la transmisión del noticiero vespertino, muchas personas salieron a comer, otros se quedaron en sus casas, otros simplemente no tienen ningún horario que seguir y la corriente de la vida los lleva por el paso de las horas, me imaginaba que todos regresaban a sus labores siguiendo el patrón de la continuidad a la producción en donde quiera que se encontraran, no era necesario que hubiera un capataz como en las épocas de las grandes haciendas, cada quién era consciente de su horario de comida y de las consecuencias que tendría el no respetarlo, sólo se esperaba que los minutos devoraran segundos para convertirse en horas y darle la bienvenida a la noche.

El sol hacía de las suyas, y era una de las principales razones por las que no se organizaban actividades al aire libre, estar tan solo unos minutos expuesto suponía un gran riesgo de quemaduras en la piel y una deshidratación, sin embargo había quienes tenían que acudir a la calle, preferían correr el riesgo a interrumpir o bien aplazar sus labores, estar afuera era algo tan sofocante que se percibía desde el momento en que se abría la puerta para la calle, un aire caliente invadía el rostro e inmediatamente las primeras gotas de sudor escurrían por la frente, sólo se sabía que la mejor solución era darle celeridad al traslado, por el medio que fuera y en la medida de lo posible se debía de evitar estar en la intemperie.

Yo no quise salir, yo simplemente me quedé en casa, tenía mucho tiempo de no percibir la calma, no supe en qué momento dejé de pensar en tener ese tipo de momentos, ya me había saturado de actividades anteriormente, ya sabía que anteriormente tenía que acercarme al reloj checador antes de empezar a comer, y al hacer el registro, simplemente mi tiempo se iba acelerando, a veces no disponía de mi hora de comida, ya que tenía pendientes, en aquellos días tenía tantas cosas qué hacer y no tenía tiempo para mí, pero pareciera que tal condición es la más aceptada por los que nos rodean, somos buenos empleados al lograr buenos objetivos y todos los procesos se miden, llegué a buenos resultados, por dentro mi organismo gritaba por unos minutos de atención.

Ahora todo eso quedó atrás, no sabía si era una buena elección el regresar a ese ritmo, pero por lo pronto descubrí que tenía un enorme temor de acostarme en mi cama por la tarde, una parte de mi se debatía en cómo poder recibir esa calma, ya que bien debía de ocuparme en la búsqueda de empleo o no hacer nada y saber que las cosas seguirían igual, a final de cuentas me recosté, al principio tenía cierta incomodidad al percatarme que podía ser envidia de muchos y mi lugar debería de estar en el campo de batalla diario, generando dinero y sabiéndome útil, pero ahora quería conocer el otro lado de la moneda, busqué ya no tener mayores explicaciones.

No podía dormirme, pero tampoco quería moverme, quise inventarme unas ataduras imaginarias en el colchón que me dejaran por lo menos unos minutos sujeto ahí, solo me concentré en el sonido del ambiente y parecía que no tenía nada que decirme, solo pasaban recuerdos de mis últimos años, de todas mis tardes que había estado en un lugar de encierro, con una supuesta alegría por que ya se aproximaba la hora de salida, ahora tengo 30 años, y sigo siendo soltero, ¿Cuál es el motivo de estar aquí?, ¿Por qué levantarme todos los días a las 4:50 de la mañana?, inicialmente trataba de darme respuestas pero estas me sonaban tan huecas que mejor dejé de contestar, solo seguí con el interrogatorio, era yo contra mi, quería darme cuentas de todo lo que había soportado.

Sólo percibí que la tarde  ya le había dado paso a la noche, la oscuridad aparecía en el exterior, y yo seguía recostado, como en un trance, sin estar dormido pero tampoco consciente de lo que sucedía alrededor, tenía mucho tiempo sin abrazar a alguien, mucho menos besar y haber hecho el amor, tenía mucho tiempo sin discutir y sin tener una cita, tenía mucho tiempo en que solo la sangre había corrido por mis venas ausente de pasión, no había roto cosas, todo había permanecido en un perfecto orden por un miedo abominable al caos, quería levantarme ahora y no podía, las ataduras que en un principio yo inventé, se habían vuelto tan fijas y pesadas que empecé a desesperarme por liberarme, cuando recordé que yo mismo fui quién las creó.

Tomé una fuerte bocanada de aire, casi como si hubiera estado sumergido en el agua a punto de la asfixia, la calma había hecho lo suyo, mi respiración no podía estabilizarse, había tantas imágenes pasando por mi mente a una velocidad increíble que perdí la noción de lo que estaban viendo mis ojos, simplemente no tenía percepción de la realidad, el sol se había ido y había llegado la luna, y yo no había escuchado nada más que algunos ruidos aislados del exterior, no podía moverme, mis piernas pesaban tanto que pensé que algo las oprimía fuertemente, lentamente fui recuperando la noción de todo lo que pasaba, solo estaba ahí, solo en mi cuarto en un profundo silencio, encendí la luz y todas mis pertenencias aparecieron en su lugar, sentí que había ido tan lejos y había regresado tan rápido.

Ya no conocía la calma, y por mucho tiempo también no conocía quién era yo...