jueves, 21 de febrero de 2013 | By: Roque

Pedir

Habías pedido
Con el mejor ánimo
Que el frío llegara
Y este apareció

Tu bien sabes
Que pedirme
El cielo y el viento
No es algo imposible

Hable muchas veces
Y tu atención
Estaba dentro de mi ser,
Deseando morder mis labios

Eras tan sabia,
Que conocías mi sangre,
Probabas mi rutina,
Y respirabas mi pasión

Yo caminaba en ti,
En tu fino rostro,
Enredando tu cabello,
En aquello que llamas edad

Así me tienes,
Fiel y de pie,
Esperando el momento
De lidiar con tus manos

Ahora pides
Que el calor regrese
Tan repentinamente,
Cuando el hielo aún es azul

Se que dentro de mi
Albergo un sinfín de leña,
Que rápidamente enciendo
Con mis gritos impacientes

Traer de vuelta el sol,
Suena sencillo,
Pero no lo es
Al recorrer años en segundos

Pero mi mente,
No concibe mayor frontera,
Y todo bien sea
Para verte sonreír

Nos encanta
Disfrutar de nuestros mares,
Probar las cálidas aguas,
Pisar la arena de nuestros logros

Nuestras almas,
Dejan al fin
Aquella prisión
Que son nuestros cuerpos

Me apodero,
Aunque sea por un instante,
De tu rebeldía
Al fundirnos en el fuego

Nuestra tierra al fin,
Tiene este clima,
Camina y vive
A nuestro compás

Sabes lo que es pedir,
Por qué mis ojos,
-al fin tuyos-
Se han volcado al amor
Y al fin descansan.
jueves, 7 de febrero de 2013 | By: Roque

Bocanada de humo

Los primeros rayos de sol del día hacían que en la sala del departamento empezara a hacer un poco de calor, después de la reunión del sábado, no tenía la conciencia plena de lo que había pasado en la noche anterior, al despertar solo podía sentir un gran dolor de cabeza propio de la resaca, me encontraba acostado en un sillón y el olor que había la sala era una mezcla de cigarro y cerveza agria, el escenario reflejaba lo atroz del día anterior, latas de cerveza y bolsas de frituras vacías por doquier, botellas de vino tinto y vasos tirados, a pesar de semejante desorden, yo me encontraba solo como solía ocurrir en nuestras típicas reuniones de fin de semana.

Tengo presente que perdí la noción de mi conciencia a las 2 de la mañana, aunque pude observar en mi teléfono celular, que a las 4 a.m. envié mensajes de texto incoherentes a varias personas, incluso en grupo mande preguntas irrelevantes y algunos versos buenos combinados con otros malos, la poesía sale a flote cuando estoy totalmente ebrio y sospecho que no fue la excepción, a la fecha he recibido algunos mensajes donde se me pide de una forma muy clara que ya no mande más escritos, ya que conocí a mucha gente antes de que adquirieran un compromiso y ahora ya lo tienen, respeto esta decisión y este límite por que cada quién es libre de decidir lo que quiere recibir en su vida.

No era necesario ningún motivo para reunirnos, sólo bastaba con esperar a que todos mis amigos  (que considero hermanos) saliéramos de nuestros trabajos por el medio día del sábado y empezar el camino, unas llamadas telefónicas o unos mensajes concretaban el punto y la hora de reunión, el movimiento que existe en la ciudad en ese horario puede sacar de quicio fácilmente a cualquiera que no esté habituado a las grandes concentraciones de gente, al calor y a los espacios reducidos, pero creo que esto era sujeto de olvido al pensar en la idea de que para mí empezaba el fin de semana y que podía empezar a romper con mis comportamientos habituales que vivo entre semana, soy un hijo-trabajador-profesionista-soldado responsable que ha decidido quitarse la máscara y el traje para encarar sus más profundos deseos y pensamientos.

El quitarse todo este bagaje me resulta complicado al momento de realizar una escala en un mini super, mi plan es comprar un six de cervezas para empezar, el cual lo pago con mi tarjeta de débito con la que me depositan mi quincena en el trabajo, en el fondo no puedo desligarme de ese yugo, pero trato de justificarlo  con el argumento de que les dedico 6 días y puedo desquitarme el fin de semana en la calle, la sensación que me invade casi puede igualarse a la de un verdugo ante su victima, pero rápidamente caigo en cuenta que tengo que firmar el voucher que acaba de emitir la pequeña impresora de la terminal bancaria, sin más  ni menos salgo con mi preciado botín rumbo a la cita, lo demás es una historia que se entreteje con las pláticas y vivencias de todos los que participamos en esa tertulia, pero aquí no hay lugares para poses intelectuales ni filosóficas, las pláticas rayan en lo común y en lo excelso, en la gracia de todos los días y en lo simple que rompe a cualquiera en carcajadas.

Al llegar al departamento el silencio impera similar a un teatro que apenas abre sus puertas, tal vez ese espacio conviva más con él que con nosotros, sospecho que es más feliz sin los invasores que llegamos a pasar la tarde, de cualquier forma nunca lo sabré por que las paredes son tan mudas como los vestigios arqueológicos o los secretos mejores guardados, la música empezó a hacer de las suyas al armonizar el recinto y la primera ronda se caracterizó por abundar en nuestros problemas laborales, ahora ya somos adultos y hemos dejado las pláticas incesantes de grupos de metal, o vanagloriar las excentricidades de los músicos,  la cerveza Heineken tiene lo suyo, sin piedad aclara la garganta y los pensamientos más reprimidos que tenemos, se sabe hábil para poder seducir y después traicionar, es el riesgo que corremos, somos conscientes de ello, pero a pesar de todo asumimos el reto.

En cuestión de un tiempo, que más bien parecía de muy corto plazo, notamos que la primera ronda había terminado, en ese momento sólo éramos tres los que estábamos reunidos, sin dudar ni una fracción de segundo decidimos empezar el viaje por el siguiente tesoro, el camino a la tienda era animado por nuestra conversación que ya no se encerraba a los temas fríos y torturantes que se refieren a la vida laboral, ahora hablábamos de cosas sin sentido y con mucha gracia, bien podía ser un nuevo disco, o las ocurrencias que descubríamos por la red, así abrimos la segunda ronda y con ella el tema del cine y sus numerosos relatos que nos llevaban a plantearnos de forma distinta nuestra realidad, los diálogos que habitan y sus personajes con diversas personalidades, cada vez nuestra palabras sonaban mejor en los oídos de un ebrio.

Sólo se que fuimos por una tercera, de ahí ya no recuerdo cuantas veces hicimos otros recorridos, y las pláticas o la música seguían siendo igual de largas y ¿por qué no? absurdas y complejas, totalmente sumergidas en un aparente sin sentido, pero totalmente coherentes en nuestro delirio; Para sorpresa de todos ya éramos más los que nos encontrábamos en la reunión, un amigo contacto a otro y le contó que se sentía triste, nosotros como buenos anfitriones le animamos a que se uniera a nuestra singular forma de celebrar la libertad, a mi me marcó una amiga y también la invité a venir, alguien más a su hermano, quién llegó con gente de todos los colores y formas de pensar, empezamos a contar las latas de cervezas que iban quedando y decidimos suspender la cuenta al pasar la número 75, a estas alturas cualquier número podría parecer una exageración.

Me gustaba saber que al fin mi frontera se había diluido, al fin había encontrado un cause y se había fraguado con mi verdadero yo, aquella persona fría y concentrada al fin hablaba de su forma de pensar y ver el mundo, de explicarse su soledad y la forma en cómo lo atormentaba, de cómo una enfermedad lograba desenmascarar a los amigos falsos de los verdaderos, creo que mientras más tomaba vino me sabía al fin y al cabo ridículo, pero ahora no tenía mayor importancia, al fin podía aceptar aquello que siempre negaba de mi, el romper con aquella programación que todo buen hombre debía de tener, así descubría la verdadera esencia de mi rostro, de aquel hombre temeroso de los compromisos, inseguro de su físico, amante de todas las mujeres dentro de su celibato, con los sentimientos a flote que eran escondidos en el fondo de un armario totalmente revestido de negro.

Varios de los recuerdos de mi adolescencia se combinaban con los de mi bienvenida a la etapa adulta, a veces pienso que unos momentos los debí de haber vivido antes y no después y viceversa, tuve buenas respuestas ante sabios y a la par realicé estupideces que rayaron en lo absurdo, sin embargo llego a compartir con todos los que me escuchan, que fue algo que podré presumir que no me quedé con ganas de hacer, mis actos poéticos eran más cotidianos que lo que yo consideraba rutina, me tomó mucho tiempo descubrir que el arte se apoderaba de mis acciones de forma casi inmediata, todo lo estaba viviendo así, desde la narración en mi mente, de las reflexiones inmediatas ante las acciones de los demás, del correr de las melodías que armonizaban todas las escenas que veía desde el amanecer  hasta el terrible regreso a casa.

Una chica de tez blanca, de cabello liso negro y unos tatuajes imponentes en los brazos se acercó a mi, me sorprendió que una mujer tan atractiva lo hiciera, que rompiera con mi barrera del "insensible" y con su mano tocara mi frente, parecía como si se cerciorara que no tuviera fiebre, de ahí también empezó a hablar de ella, mientras veía como tomaba una cerveza tras otra, y su cajetilla de cigarrillos mantenía la misma finura que su entallado vestido, compartimos nuestro desenfado por nuestra peculiar forma de escribir, de cómo la gente nos percibía, cuando de sus labios me regaló un recital y súbitamente me lanzó una bocanada de humo al rostro, mientras el humo se disipó, recordé como llegué a perder la conciencia.

Cuando estaba envuelto en el humo,
la música se volvió más intensa aún,
las palabras taladraban con más fuerza
mi espíritu se volvió a sus raíces

El tener un obstáculo,
saberme al fin y al cabo ciego,
eran parte de mi fragilidad,
de mi humanidad recién adquirida

Mis huesos temblaban,
al igual que mi ser,
totalmente dispuestos
a unirse al eterno viaje

El colapso del hombre común,
ante el quebranto de sus cimientos,
la nueva definición del amor
era al fin una buena conclusión.

Al fin pude dormir, ¡Gracias a ti... Bocanada de Humo...!